La información veraz, un anhelo con dificultades
Abogado, Brzovic & Cia.
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Franco Brzovic
La baja aprobación de tantas organizaciones políticas, empresariales, de credos, y tantas otras obedece principalmente a la falta de transparencia y veracidad de sus actuaciones y dichos.
La pregunta que se viene de inmediato es en quién confiar. Si miramos la revolucionaria irrupción del internet, dominada hoy en forma eficiente por una mayoría de jóvenes de menos de 27 años, grupo etario que conforma más de la mitad de la población mundial, fuente de la expresión de descontento, nos preguntamos si podría ser el lugar de la verdad y credibilidad.
La información en las redes sociales expresadas en facebook, twiter, instagram, linkedin, en su caso, y tantos otros sistemas de comunicación masiva e instantánea, han sido en parte el refugio de esa credibilidad. Sin embargo también ha sido atacada y desprestigiada con lo que se ha denominado el “virus de la desinformación”. Se ha inundado con información interesada, parcial, maliciosamente mentirosa, ocultando intereses de todo orden, lo que ha obligado a revisar esta verdad.
El mayor o menor anonimato de quien entrega información, denominada por algunos autores como la desinhibición en línea, deberá ser una fuente de estudio profundo en vista que les permite decir lo que socialmente no lo harían.
Pero lo que importa finalmente es cuál es la verdad en el sistema de redes, cómo se interpretan, o cuál es la forma de combatir al fatal virus si es que en realidad tiene algún sentido hacerlo. Para algunos autores, más que combatirlo hay que protegerse de él.
El Internet, con su casi infinita información y en línea, está produciendo cambios a nuestras vidas a un ritmo cada vez más acelerado a través de su comprensión y aplicación, y no cabe duda que deberá ayudar a encontrar la esperada verdad.
Desde ya hay que partir con la interesante premisa de un autor que afirmaba que sin lenguaje se puede pensar pero no comprender. El pensamiento de nuestra mente, apoyado en unas ochenta y cinco mil millones de neuronas, que interconectadas lo incrementan exponencialmente, es válido socialmente en la medida que se expresa, y para trasmitirlo con precisión requiere de un trabajo casi infinito de conexiones de neuronas para traducirse en el lenguaje. Pero eso no es todo, ese pensamiento expresado en la redes, deberá tener una contraparte que lo procese y entienda, o bien lo descodifique, con lo cual para pensar se necesita una mente para conocer y otra para recibir.
Se imaginará el lector la cantidad de interpretaciones que pueden ocurrir con un pensamiento expresado en las redes. Si bien no es posible explicar su dimensión y complejidad, en el ámbito de las creencias, entre ellas las políticas, cualquier cambio de doctrinas o ideologías, o interpretación de las que sustentan, es un acto que requiere un análisis no solo de sus contenidos, sino de la forma como se expresará y la anticipación a cómo se entenderá.
A diferencia de los años pasados, la cantidad y oportunidad de la información a las personas es abismante, lo cual requiere, entre otros, un método adecuado para procesarla y hacer un uso de ella. Los libros en que su gran virtud fue y ha sido la forma de relacionar a las personas y pueblos, escasos hace no muchos siglos, algo masificados con la invención de la imprenta y de alto costo, hoy se disponen por la población en línea y a bajo costo, muchos gratis, al igual que toda otra información, importante o no.
La diferencia abismante de aquellos jóvenes y no tanto, letrados en la tecnología, con aquellos que no lo son, exige esfuerzos mayores para trasmitir adecuadamente las ideas, sus fundamentos y capacidad de comprensión.
Nuestros políticos y legisladores la mayoría sobre los 27 años, testigos de este cambio sustancial en la información y el internet, probablemente solo comprenderán una parte. Esto significa el riesgo de no ser entendidos, derivando en evaluaciones, conjeturas, supuestos, quién sabe errados o alejados de la realidad y lo mismo ocurrirá con sus resultados. Y no hay que dejar de lado las implicancias filosóficas, sociales, políticas, religiosas, económicas en este mundo interconectado pues son elementos necesarios para quienes deseen actuar en la vida de este nuevo mundo.
Tarea importante será abordar y entender la economía de la desinformación y la información verdadera y por qué no decirlo, trazar desde ya un camino para analizar y evaluar adecuadamente la verdad de las redes sociales.